Anecdotario y demás chifladuras

¿A qué estamos? ¿18 de abril de 2012? Eso parece, hoy empiezo este pequeño desvarío si consigo saber algo de html de aquí a mañana, o pasado mañana...

Sobreviviendo al siglo XXI con treinta


Vaya, parece que esto es más fácil de lo que parece y el blog avanza. En esta página me gustaría contar un poco anécdotas mías, sobre cómo ha sido para mí cumplir los treinta. Es un tema muy manido, pero será por algo ¿no? Y es que desde que ya se puede decir que tengo "taitantos", la verdad es que estoy en estado de shock y confusión jajajaja. Bueno ahí van mis memorias y apreciaciones...

De golpe con los treinta


Hola me llamo Hynia y soy lo que podríamos denominar una "solterona", además, sin remedio y, para colmo, una chica del montón con varios kilos de más. Sí, sí, porque todavía si fuera un cuerpazo de metro ochenta con medidas de infarto, la cosa cambiaría. En ese caso, es que tú has elegido vivir así y no al revés. Menuda idiotez...
Claro, mis padres no se cansaban de repetirme que fuera trabajadora, universitaria, que no fuera dependiente de ningún hombre...Pues bien, el discursito dura hasta los 25. A partir de esta edad, comienza otro cantar: "Asienta la cabeza", "la soledad no es buena"...Y entonces, sin darte cuenta, llegan los 30. Ahí ya no hay discursos que valgan, sólo preocupación. 
Pero, ¿por qué tanta preocupación? ¿Es que la gente no se da cuenta de que estoy feliz? Pues no, porque no estoy colgada del brazo de un hombre, vaya pregunta la mía. 
Después están las bodas, comuniones o bautizos, esos eventos llenos de "felicidad" y "amor" en los que surgen las preguntas del millón, por supuesto. ¿Y para cuándo la tuya? ¿No hay nada en perspectiva? Es en esos momentos cuando pones esa sonrisa bobalicona tan ensayada mientras piensas: ¡Señora, que usted es viuda!, pues nada, que así me ahorro ese mal trago, ¿no? Pero claro, todavía consigo ser algo educada. Menos mal, porque si no, otra tara a añadir a mi extensa lista. Ya sería demasiado hasta para mí. 
Por cierto, ¿no os han dicho alguna vez que cumplir los 30 fue maravilloso? Sorprendentemente, a mí sí. Creo que la frase fue más o menos así: "Para mí cumplir los 30 fue muy especial, tenía un buen puesto de trabajo y me enteré de que esperaba a mi primer hijo tan deseado". Entonces, una se para a pensar en esa pareja que acaba de dejar, en su trabajo de becaria como el último mono y en la casa que sigues compartiendo con tus padres. En ese momento, un nubarrón se posa sobre tu cabeza y decides que todo es culpa de la burbuja inmobiliaria, que no es posible que hablemos de los mismos 30 años. 
A ver, ¿a quién le gusta cumplir 30? ¡Si ya estás en la fase de los "taitantos", por el amor de Dios! ¡Pero si es cuando te recomiendan que empieces a echarte crema antiarrugas! Y encima, tienes que enfrentarte a tu primera cana, ¡tu primera cana! Esa fue la peor experiencia de mi vida, en serio. Pero lo peor no fue eso, no. Lo peor fueron los comentarios de la gente, que si no es una cana, que es un pelo muy rubio (si, ya...), que si es sinónimo de sabiduría...¡Una leche!, ¿y lo que me voy a gastar en tintes a partir de ahora? Vale, vale, que ni yo se cuál es mi color de pelo natural, pero oye, eso era diversión, no obligación. No confundamos. 


La mudanza 


¿Qué le pasa a una mujer independiente y trabajadora del siglo XXI cuando decide que ha llegado la hora de irse de la casa de sus padres? Pues que provoca un cisma familiar por supuesto. Porque a ver, estamos en el siglo XXI, el siglo posterior al de la liberación de la mujer, la minifalda, la quema de sujetadores... y, claro, ¿¿cómo se te ocurre irte de casa sola?? Ya, a mi me parece lo más lógico llegar a los 30 y querer independizarte, pero quizás las manos puestas en la cabeza de mi padre deberían haberme alertado.
El caso es que un día, después de haber estado años buscando pisos con tu exnovio, el fóbico al compromiso barra todavía no me cortes el cordón umbilical que sólo tengo veintiocho años, decides que es tu momento. No puedes aguantar otro día más con Telecinco las 24 horas sintonizado a voz en grito y piensas que debes salvaguardar las pocas neuronas que te quedan para tu vejez. Ese justo momento de lucidez es el que te hace escoger una casa, en mi caso más un cuadradito hecho de ladrillos, e ir muy decidida a contar las buenas nuevas a tu familia. Craso error, por supuesto.
Las reacciones no se hacen esperar. Mi padre, que había imaginado su vejez en su casa bajo los cuidados de su hija “la solterona” amargada y que ahora ve hasta los más mínimos detalles de una residencia en la que le obligarán a jugar a la petanca es el que peor lo lleva. Mi hermana, que se imaginaba que saldría como ella de casa con marido y “bodorrio” incluido piensa y, por supuesto te expresa, que una vez que te acostumbras a vivir sola ya no te casas porque te vuelves más maniático y aguantas menos las cosas (todavía me sale la cara de poker cuando pienso en este planteamiento). Mi cuñado me mira con caras de circunstancias comprensivas pero prefiere abstenerse frente al nubarrón que tiene mi padre encima. Finalmente, y no menos sorprendente, aparece mi madre que dice que estupendo y que para cuándo los muebles. Así que si, esto es la independencia de la mujer del siglo XXI. Menos mal que después de infinitas discusiones con mi padre, algunas de ellas incluso sin estar yo presente, todo el mundo entró en razón o se aguantó sus comentarios. Por lo menos después de poco más de un año viviendo sola he conseguido que mi padre deje de recordarme que todo en mi casa es pequeño, que no le gusta el barrio o que a mi mini-casa le faltan habitaciones.
Esa es otra, qué obsesión con las habitaciones, ni que las regalaran. Vamos a ver, que me estoy independizando, que si me voy de casa no es para que me tengáis que ayudar económicamente para poder tener un dormitorio más en mi casa. Vale, para ir a clases de baile o al gimnasio si, pero bueno, eso en invertir en la tan ansiada búsqueda de novio que intenta patrocinar mi madre (este tema ya me dará para otra historieta).
En fin, para no enrollarme más y en conclusión, que por mucho siglo XXI, todavía en muchas familias se piensa que hay que irse de casa con el marido puesto y no se entiende que hay más posibilidades y formas de vivir la vida.

10 comentarios:

  1. Pero, ¿¿¿qué es una Monster High???

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  2. Bueno, aunque te creas anónimo ¡¡se quién eres!! jajajaja. Pues mira me anoto hacer un apartado especial para que os quede claro por fin qué es una Monster high ;)

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  3. La cabrona de Silvia25 de abril de 2012, 13:47

    Ya me he enterado de que confundes los anonimatos... ejem...

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    1. Uyuyuy...jooooo jajajajaja si encima me está bien empleado...Por cierto me ha encantado tu firma ;)

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  4. Has resumido mucho la historia de la mudanza, no has incluido los despertares a las 6 am o el " Llevatelo todo, todo ". Seguro que a la mayoría de las solteras que se van de casa les ocurre algo parecido.

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    1. En eso tienes razón, no quería que el tema de la mudanza fuera muy largo pero lo del "Llévate todo" Es verdad que me llegó al alma jajajajaja. Intentaré modificar la historia e incluirlo ;)

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  5. A mis 36 años, y después de llevar viviendo fuera de casa la friolera de 12 años, todavía me llegan algunas de mis cosas en cajas. Conclusión, la mudanza no acaba nunca.

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    1. Ja, eso no te pasaría si tuvieras una madre como la mía cuyo lema es: "Si te vas, te lo llevas todo". Pero es cierto, la mudanza es inmortal jajajaja.

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  6. Hola Patri!!! me ha hecho mucha ilusión ver que diste a luz este maravilloso blog el día de mi cumple. Bravo niña, que te va a ir de lujo.

    Un beso,

    He puesto anónimo pq no aceptaba la cuenta google.

    M.J.

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  7. Hola, M. J., me alegro mucho de que hayas escrito ;) entonces habrá que nombrarte madrina de este blog, ya que cumpliste los años el mismo día en que se creó. Un beso muy gordo y cuando quieras pide recetas que yo ta las pongo en el blog :)

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